¿De qué cuerpo hablamos?

por Gabriela Morales



Hace muchos años que enseño movimiento. Aunque enseñe danza, sensopercepción o gimnasia el enfoque del trabajo es el mismo.

Es una práctica que se funda en recuperar el bien-estar en el cuerpo, en la experiencia de percibirnos cuando nos movemos, y que desarrolla un saber propio del cuerpo en movimiento.

¿Cómo hacerlo? Observando el modo en que nos apoyamos en el piso, la forma en que respiramos, las tensiones musculares, las sensaciones de comodidad e incomodidad. Empezando a darse cuenta si el cuerpo está sufriendo cuando se mueve, para poder encontrar otras opciones.
A comienzos del siglo en diferentes lugares del mundo occidental, hubo personas que pusieron en discusión los modos de trabajo corporal, en el campo de las terapias físicas y de la danza. Como resultado de ello surgieron una diversidad de técnicas de trabajo corporal que cuestionaron los saberes establecidos, apoyándose en conceptos de la física, la fisiología, la psicología, pero fundamentalmente en la propia observación y experiencia, y así fueron delimitando un campo específico.



Una experiencia de clase de Sensopercepción con Patricia Stokoe.
Luego de leer varios libros de Patricia y con las dudas que me generaba el modo de enseñanza de la actividad física, que venía practicando hasta entonces, llegué a su estudio. Había sido deportista, era profesora de educación física y bailaba danza contemporánea. Estaba buscando algo y allí lo encontré. Fue el principio de un cambio que se renueva constantemente, no volví a trabajar igual con mi cuerpo ni con el cuerpo de los demás

Era la primera clase. Estábamos sentados en un círculo y nos presentamos. Patricia nos mostró la imagen de un esqueleto, describió cada parte y nos hizo notar algunas en especial. Después nos acostamos en el piso y nos pidió que no hiciéramos nada, que descansáramos, sólo estar allí, enfocados en las sensaciones que venían del cuerpo, alineando la cabeza con la pelvis, las piernas paralelas y los brazos a los lados del cuerpo.
Minuciosamente, con claridad, fue describiendo cada parte del esqueleto, comenzando con un pie, la consigna era que lleváramos nuestra atención hacia cada lugar que ella iba mencionando. La sensación era que nos guiaba por lugares que ella conocía muy bien en su cuerpo. Con los ojos cerrados empecé a viajar por mi cuerpo como un explorador en un paisaje nuevo.
Cuando terminó de describir una pierna nos pidió que la rotáramos lento y con el menor esfuerzo posible. Después comparamos esa pierna con la otra. Quedé asombrada. Casi no me había movido y la sensación de cambio y movimiento era enorme. Así seguimos con todo el cuerpo, haciendo algunos cambios en las posiciones de las piernas, éstos afectaban poderosamente todo el cuerpo, hasta la cabeza. Cuando me paré estaba más alta, más liviana. No había copiado ningún movimiento, no había hecho ningún esfuerzo y sentía un gran bienestar y una gran disponibilidad de mi cuerpo.

Los verdaderos maestros hablan una lengua nueva, diferente, y son capaces de transferirla a quién quiera tomarla. Esa lengua tiene su propia lógica, sus ideas. Con Patricia comenzó un viaje que no se detiene. Por primera vez pensé en el efecto que la gravedad tiene sobre los cuerpos, en la importancia de apoyarse en la tierra. Tuve herramientas para observarme y observar el modo en que cada persona organiza su cuerpo en las acciones básicas como caminar, levantarse de una silla o estar de pie. Aprendí a cerca de la tensión muscular, a sentir las partes del cuerpo que no se mueven, de cómo repetimos casi siempre los mismos movimientos, y de cómo nuestros hábitos subyacen a todo lo que hacemos.
Empecé a ver, que la mayoría de las personas adultas hacen movimientos complicados sobre la base de una organización pobre de sus cuerpos. Esto siempre, a la larga o a la corta, genera lesiones, dolores, tensión, mal_estar.
Para mí la relajación, por ejemplo, no es sólo el momento final de una clase, como suele serlo en las clases de educación física, aerobics, step, streetching, etc, sino que es la otra cara de la tensión y debe estar presente en todas las acciones. Lo mismo sucede con el equilibrio entre actividad y descanso, adquirir un saber como este nos brinda otras posibilidades de estar en el cuerpo.
También aprendí que es posible producir cambios profundos en el cuerpo, pero que para eso hace falta tiempo, hay que estar dispuesto a soltar algo, a perder algo, ese algo son los hábitos que generan tensión y mal-estar, y aunque parezca mentira las personas nos aferramos mucho más de lo que parece a los hábitos, aunque sean viejos y malos. Por eso la primer tarea es detectar cuales son esos hábitos corporales que funcionan como obstáculo del bien-estar.

Hay muchas maneras de moverse, ésta de la que hablo hoy es una. Empieza con "no hacer", aprendiendo a parar, a detenerse, Valorando la quietud como una cualidad. Es un camino de movimiento que empieza de adentro para afuera, reconociendo los propios límites y las diferencias. No hay dos cuerpos iguales, y nadie que se mueva por otro. Este trabajo no intenta igualar, sino diferenciar, encontrar la propia forma y el placer en el movimiento.
Puede parecer paradójico que el trabajo con el movimiento empiece justamente con la experiencia de parar de detenerse. El trabajo es muchas veces imperceptible para los ojos y los cuerpos habituados a otras imágenes y sensaciones del movimiento, cuya procedencia suele ser el gimnasio, la imagen de moda, o la sujeción del cuerpo a prácticas predominantemente "mentales", que olvidan que el cuerpo, aunque olvidado, continúa siendo su soporte, el lugar que habitan.

1 comentario:

festival dijo...

Gabi, valoro muchisimo el trabajo que venis realizando y tu actitud frente a la realidad.
Es muy dificil muchas veces sostener las ideas en la accion, y la voluntad que requiere es enorme. Quizas todo ese registro que fuiste enriqueciendo te sirva hoy para economizar esfuerzo y mantener una coherente postura frente a las densidades de la realidad. Mis mas profundo reconocimiento.