Bailarín es el que baila . Por Paola Irurtia


Por Paola Irurtia
Contac Improvisation- Bailarín es el que baila Surgido en los años 70 en los Estados Unidos, el contact impone nuevos conceptos y un lenguaje que se define ante todo con el cuerpo El contact improvisation (CI) es una forma de danza que nació en los años 70 en Estados Unidos. Sus formas y conceptos, relacionados con la percepción, la fluidez del movimiento y la improvisación a partir de la "escucha" atenta a los movimientos propios y de los compañeros de danza, se expandieron rápidamente a otras formas contemporáneas en todo el mundo. Ese lenguaje se desarrolla en comunidades, y la difusión que ha alcanzado en la Argentina sólo es superada en Estados Unidos. Rosario tiene tres espacios de encuentro semanales en los que pueden participar los bailarines y quienes quieren conocer la danza y bailar contact improvisation o improvisación en contacto, una de las formas que cambió el modo de pensar la danza. El contact surgió con el espíritu de los años de "paz y amor" y definió que todos los que bailan son bailarines. La aptitud de maestro queda constatada cuando los alumnos pueden compartir su danza en un jam, como se llamó al espacio de encuentro entre bailarines. Sus creadores se negaron a certificar maestros y salieron al mundo a compartir el desarrollo de ese lenguaje corporal que se gestó como un experimento y terminó con el nombre de "contacto improvisación", los dos conceptos clave en esa danza. El CI llegó a Rosario a finales de los años 80 de la mano de Danny Trenner, uno de los primeros maestros estadounidenses que trajo la danza a la Argentina, y Gabriela Entín, de Buenos Aires. En marzo de 1989, Gabriela (Gabi) Morales y Marta Subiela organizaron los primeros cursos. En Buenos Aires, antes de la visita de Trenner, sólo el estudio de Alma Falkemberg había incursionado en el CI. Y en Rosario, algunos conceptos aislados habían llegado junto a bailarines que estaban estudiando en otras ciudades del mundo. "Lo que hizo Danny fue ocuparse mucho en difundir lo que era un jam, pasar mucho material e insistirle a mucha gente para que empiece a enseñar", cuenta Gabi Morales, quien a pesar de ser una de las primeras alumnas se resistió a enseñar hasta años más tarde: "Quería sentir que tenía algo para dar. En ese momento, teníamos muchas dudas". Quien tomó la posta fue Entín, que comenzó a viajar a Rosario en forma periódica. Gabi Morales se convirtió después en maestra itinerante, ofreciendo sus clases en Italia, España y Estados Unidos, entre otros países. "Cuando el contact entró en Rosario resultó familiar -explica Morales- por la evolución que había tenido la danza contemporánea a lo largo de los años. Tenía mucho que ver con la sensopercepción y con lo más moderno de la danza contemporánea en relación con la improvisación, que aquí se había trabajado mucho". Los bailarines de CI desconfían del alcance de las palabras para definir su danza, su lenguaje es corporal, y el concepto de lo corpóreo abarca desde el aquí y ahora de cada cuerpo hasta su dimensión histórica y social. Las consecuencias de la danza les resultan más fáciles de transmitir. "La primera sensación fue de felicidad", dice Sandra Martínez, otra de las bailarinas que se formó con Trenner y Entín. Lo que impulsaba Trenner era el espíritu de la danza, que todos los que bailan puedan decir que son bailarines. Para Gabi Morales "es una cosa maravillosa, porque culturalmente está instalado que bailarín es aquel que uno ve en el escenario. En esta cultura se fueron perdiendo los rituales de bailar y muchos guardaron la fantasía de haber sido bailarines porque creen que deberían haber empezado a los cuatro años". Para bailar contact "no importan la edad, ni el peso, ni la belleza, ni las habilidades". Las rupturas que generó en la danza, junto a otras técnicas más orgánicas, también son "escénicas". El contact es improvisación, no tiene guión ni es posible una coreografía. Los trabajos pueden mostrarse en espacios abiertos o en escenarios, aunque el espacio de la danza son los jam. Ese término fue una adaptación del nombre que le dieron los músicos de jazz a sus espacios de improvisación, jazz after midnight (jazz después de medianoche). La danza requiere una base sensorial desarrollada y entrenada para la resolución de situaciones inesperadas, que llegan con el contacto entre los bailarines. "Tiene que ver con la escucha y con no esperar nada, dejar que las cosas sucedan, no estar tan preocupado por las cosas que tienen que ser -dice Sandra Martínez-, eso tan fuerte que marca la educación en base a modelos. La improvisación es una búsqueda de nuevos caminos, opciones de movimiento, recorridos que se encuentran en la observación para no reiterarse y no caer en patrones. Eso hoy no tiene nada que ver con la sociedad". "Son principios que están en la naturaleza -marca Autarco Arfini, otro de los primeros difusores-. Se trata más de recordar que de aprender. Es tenderse en el piso, atender a un movimiento, y ya empezó la danza. No hay códigos, hay principios, e incluso es posible romper eso y ver cómo se solucionan los desajustes". La relación de los bailarines de contact es tan estrecha con su propio cuerpo como con el de quienes lo acompañan en la danza. "El contacto abre un mundo de comunicación que es lo que se vuelve diferente con cada uno. Uno se pone a explorar cuál es su propia danza, cómo se mueve, y se encuentra con otro y esa danza cambia y va a cambiar siempre que se encuentre con alguien distinto. El contacto restaura el lazo social roto. En este tercer milenio, el contact tiene un sentido distinto al de sus comienzos, en los años 70. Uno viene a bailar con el cuerpo de la cultura donde vive", explica Gabi Morales. El lenguaje de la danza hace eco en otras esferas. "Las múltiples dimensiones del espacio de la danza tienen que ver con cómo accedés al mundo, como pensás, como mirás -dice Sandra Martínez-. La improvisación es un gran motor de movimiento también en la vida, porque generalmente transforma la mirada con la que vemos el mundo. Cuando estás bailando no tenés una sola opción y contás con ese momento para definir la que tomás. No sólo tu cuerpo tiene estas dimensiones, tu forma de pensar también tiene otras posibilidades. El tema es que tenés que animarte, vencer los prejuicios, decidirte a estar, esperar y dejar que las cosas sucedan". Las consecuencias son un lenguaje fluido en la danza y algunos ecos muy personales. "Estar blando no es sólo una cuestión en la danza. En el plano personal- dice Arfini-, estar dispuesto a bailar te empieza a colocar en todos lados. Escuchar un contacto te empieza a hacer más elegante, te hace atender a las palabras, los gestos, te enriquece globalmente. Sin querer, se vuelve sanador. Tiene una cosa terapéutica que uno no busca y que si fueras a buscar, no tendría ningún efecto". Inscripto en la historia, el entrenamiento en contact aparece como el opuesto al de la danza clásica. "El clásico responde a una época victoriana -señala Gabi Morales-, tiene mucho que ver con la religión y estar lo más cerca posible de Dios. La danza clásica te pone vertical, el contact te pone en todos los niveles, jugando con el piso y la gravedad. Ideológicamente es totalmente opuesto". La diferencia entre una danza improvisada y una de representación es la invitación a bailar como una forma de expresión de las más antiguas entre los hombres, como parte de la naturaleza humana, como una práctica entre pares.

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